Buitres

Publicado en por Jorge Valda

El 14 de febrero de 1979 Rod Evans recibió la llamada de un promotor; le ofrecía la suma de cuarenta mil dólares y un boleto de avión para sumarse a la tan esperada reunión de los miembros originales de Deep Purple. Evans pensó que era una broma y colgó. 

Su vida como músico no era más que una anécdota; un éxito radial y una banda que nunca logró despegar. Estaba seguro de haber tomado la decisión más acertada; se lanzó como vocalista porque sus amigos le decían que tenía carisma. Su rango vocal era limitado y su presencia escénica un poco estática. Se unió a la banda que tomaría por nombre Deep Purple en marzo de 1968; no hizo ninguna audición, era el vocalista que estaba a la mano y lo contrataron. Grabaron tres discos y al parecer todo el mundo ya lo ha olvidado. 

En julio de 1969 recibió su memorándum de despido; no fue una sorpresa. Blackmore lo quería fuera de la banda, diferencias creativas aludió el guitarrista. Para agosto ya estaba ensayando con otro grupo. Comenzar de nuevo, persiguiendo el sueño y el eterno peregrinaje para encontrar un distribuidor, un contrato relativamente justo, condiciones óptimas de trabajo. Desde un inicio se evidenciaron los problemas, Captain Beyond nunca pudo definir un sonido propio y se hundió. 

Los conciertos en bares no son rentables y las primeras tensiones no tardaron en manifestarse. Por más que el grupo se partiera el lomo trabajando todos los días de la semana, dando hasta cuatro conciertos por noche, no tenían dinero ni siquiera para comer. Dormían en una furgoneta y en las noches de invierno se despertaban cubiertos de escarcha. 

Eran nómadas buscando guarida, gastando lo poco que tenían en luces y consolas de sonido. Actuando en ferias y en eventos sociales y cuando por fin el disco estuvo terminado, con la portada impresa, y listo para su distribución, creyeron avizorar un mundo mejor. Captain Beyond murió, sacaron un disco más, la banda quiso continuar, Evans se dijo que era mejor dedicarse a otra cosa y sin pena ni gloria salió de la industria. No se imaginó que fuera un camino tan escarpado, ser un estudiante al parecer no era tan malo. Volvió a la universidad y consiguió trabajo en un hospital. No le iba tan mal en la vida, de cuando en cuando uno que otro fan se acercaba y pedía un autógrafo, el súbito interés que generó el colapso de la banda, le devolvió su estatus; era parte de la familia púrpura. 

La nostalgia se impuso por sí sola. Blackmore tenía la idea de reformar al clásico Mark II conservando el nombre de Rainbow y la sección rítmica de Cozy Powell, le ofreció a Gillan el puesto de vocalista y a Lord reasumir su función como director musical; ambos rehusaron. Gillan nunca podría hacer las paces con Blackmore y para Lord, Deep Purple ya estaba enterrado. En la ecuación Evans no encajaba en ningún lado. 

Mark Walzki contactó a Coletta en dos ocasiones, en marzo y agosto de 1978; la idea era simple, utilizar el nombre de Deep Purple como una franquicia; sin importar las personas que estuvieran involucradas, la banda podía seguir funcionando. Walzki tenía un guitarrista capaz de imitar a Blackmore hasta en los más mínimos detalles. Coletta lo mandó discretamente a la mierda; legalmente el nombre le pertenecía, a sus miembros originales: Blackmore, Lord, Paice, Evans y Simper, aunque en 1973 el bajista le vendió sus derechos a H.E.C. Enterprises. 

Al encontrar solo negativas a Walzki no le quedó otra alternativa y fue a visitar al vocalista. Los términos de la reunión fueron bastante simples, Walzki le ofreció un millón de dólares. Evans se mostró reticente. Las visitas fueron más frecuentes. Evans impuso una condición. Walzki aceptó y cerraron el acuerdo. En junio de 1979 los vio por primera vez, la bandada de buitres revoloteando sobre la sala de ensayos. La escena era casi surrealista, con esa camada de abogados y apoderados y los músicos retraídos, opacados por una serie de eventos cuyo significado parecía escurrirse entre términos técnicos y disposiciones legales. La mafia discurriendo y la obcecación del vocalista contemplando su firma en el documento, escuchando los pormenores de la gira. La incertidumbre y la aprensión, la presunción de su ruina. La rueda de prensa, que por cierto fue discreta, Walzki no quería hacer mucho escándalo y en los afiches no figuraban los nombres de los integrantes, sólo el logo de la banda y la consternación de los reporteros que preguntaban por Blackmore. 

La gresca se dilata, crece hasta convertirse en marejada; Blackmore también pensó que el asunto no era más que una broma, nadie podría tener la impudicia de utilizar el nombre sin su consentimiento. El 4 de abril de 1980, los reformados Deep Purple, cuyos nuevos integrantes deslumbraban por su anonimato, liderados por el pávido Rod Evans, dieron dos conciertos en Puebla. Ambos terminaron en algarada. Dieron otros dos conciertos en Guadalajara, el segundo llegó a un abrupto final cuando Tony Flynn, el guitarrista, recibió un botellazo en la cabeza. Cinco puntos de sutura. No queda muy en claro por qué Evans se prestó al juego, no era sólo una cuestión de dinero o de prestigio; tal vez quería ganarse un lugar en la eternidad.

Dieron un concierto más en Hermosillo que terminó en revuelta y volvieron a los Estados Unidos para evaluar lo ocurrido. Evans tomó la palabra, de no respetarse los acuerdos estipulados, daría por terminada sus obligaciones con la banda. Él sabía desde un inició que incorporar canciones como Smoke on the Water era un error; él quería centrarse en las canciones en las cuales contribuyó y la respuesta del público le daba la razón. Rediseñaron el set-list y anunciaron diez recitales en pequeñas ciudades de provincia. Blackmore fue alertado y luego de comprobar con sus propios ojos que la cosa era real, inició las debidas acciones legales. 

El 17 de junio de 1980 Walzki fue acusado, formalmente, de uso indebido del nombre y de la imagen del grupo. Al no presentarse a la audiencia fue declarado rebelde. Evans asumió la entera responsabilidad de las acciones cometidas, exonerando a los músicos involucrados; en su declaración estableció de manera muy clara, nunca haber pretendido mellar la reputación del grupo. Si es que hay una víctima en todo ese embrollo, eran los músicos contratados, embaucados por un empresario inescrupuloso. 

El abogado defensor citó, como argumento principal, la buena fe del cantante; un elemento poco convincente. El fallo fue inclemente, Evans perdió todos los derechos adquiridos con el grupo y debía pagar la suma de seiscientos setenta y dos mil dólares por daños y prejuicios. De Walzki, nadie tuvo más noticias pese a verse involucrado en escándalos similares. El interés que despertó esa banda de imitadores, le daba la razón a Blackmore; tendría que tragarse su orgullo y pedirle disculpas a Gillan.

El Mark I fue un periodo de aprendizaje, Blackmore y Lord compitiendo sin tregua, Paice marcando los tiempos, Simper también le daba su toque, pero Evans era la pieza defectuosa. Ahí recién comprendieron la importancia que tiene un cantante. El Mark II, ya con Gillan frente al micrófono, fue una etapa de desahogo, pero también de arrogancia. Blackmore creyó, ingenuamente, que la banda le era tributaria. Por ello, el Mark III fue una lección de humildad. Deep Purple es un coloso ciego y rengo, atrae a los carroñeros que solo esperan el último suspiro de la presa para picotear sus restos.  

El 27 de abril de 1984, en una pomposa conferencia de prensa, Deep Purple anunciaba la reunión oficial del laudado Mark II. Evans apagó el televisor.  
 

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